martes, 3 de marzo de 2009

Torre Nueva

Floren.
Muchos son los desmanes arquitectónicos que a Zaragoza le ha tocado vivir a lo largo de su historia pero, quizás la más universalmente difundida fue la demolición de la llamada Torre Nueva.
Acabada hacia 1520, era una esbelta y original torre mudéjar, con elementos renacentistas, que fue promovida por la Ciudad misma como lugar de vigía y apoyo a la vida colectiva que pasó, desde entonces, a regirse por su excelente reloj. Edificada para el buen gobierno de los tribunales, asistencia a los enfermos y reglamentación de la vida en el vecindario, dio a Zaragoza perfil particular y arraigó inmediatamente en el alma ciudadana. La hicieron Juan Gombao y Juan de Sariñena (el autor de la Lonja), Iuce o Juce de Gali, Ismael Allobar y el maestro Monferriz. Alcanzó casi los setenta metros desde el ras del suelo en la plaza de San Felipe, en cuyo centro se levantó la fabrica.
Tenía un triple chapitel característico, ancho, con vuelo y dividido en tres cuerpos, bajo el que se cobijaban las campanas, de las que fue muy representativa la mayor, alerta y noticiero ciudadano, llevada, más tarde, al Pilar.
Un vigía allí emplazado, atisbaba hasta veinte leguas a la redonda. Y demostró cumplidamente su eficacia en numerosas ocasiones de peligro y, mas notablemente, durante 1808 y 1809.

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